El número de matrimonios que deciden separarse o terminar definitivamente con su unión -divorcio- ha aumentado de nuevo en España, tras un paréntesis en que la crisis económica había detenido su crecimiento. Cuando se toma esta decisión, es preciso encontrar un abogado de confianza, pues hay cuestiones muy delicadas en juego, las emociones pueden dar al traste con todo, y la existencia de hijos en común hace que las decisiones deban ser consensuadas.
El año pasado, se presentaron en España 123.330 demandas de divorcio, la mayoría se resolvieron de mutuo acuerdo y mediante el llamado «divorcio expréss» pero en más de un tercio (49.941 demandas) hubo que acudir a los tribunales de Justicia.
1.- Prevenir, antes que curar
Cuando uno se casa, es recomendable establecer el régimen económico que más le conviene, para no llevarse luego sorpresas desagradables. En España se puede escoger entre régimen de gananciales -se comparte solidariamente todo lo que se ha ganado a partir de la fecha del enlace-, separación de bienes -cada uno tiene sus propios ingresos y bienes que no se comparten- y la llamada «participación», en la cual se comparten las ganancias pero controlando lo que cada uno pone -por ejemplo, fijando un porcentaje-. Por eso, a pesar de ser el más recomendable, es el régimen menos utilizado. Finalmente también están las «capitulaciones», un contrato que determina las normas en la economía de la pareja, y que puede firmarse antes o después del casamiento.
2.- Divorcio de mutuo acuerdo o contencioso
En el divorcio de mutuo acuerdo, un mismo abogado representa a ambas partes y se presenta lo que es una demanda de divorcio. En caso contrario se inicia un divorcio contencioso. Muchos clientes sienten que su vida da un vuelco, pues han de enfrentarse a cuestiones como la liquidación del régimen económico matrimonial, solicitud de medidas provisionales, reclamación de pensión de alimentación o de pensión compensatoria, contribución a las cargas del matrimonio, denuncias por abandono de familia… Lógicamente el reparto de bienes y el régimen con los hijos -si los hay- es lo que suscita más controversia. Además habrá que tener en cuenta aspectos como la fiscalidad del divorcio, el uso de la vivienda conyugal, la nulidad matrimonial si se quiere pedir, el caso de las uniones de hecho, etc.
3.- «La guerra de los Rose»
¿Se acuerdan de la famosa película? Una pareja ideal se vuelve grotesca cuando deciden divorciarse. Algo así ocurre en muchos divorcios, y el buen abogado ha de lidiar con todas esas emociones desmedidas para intentar resolver felizmente el caso. Lo principal: encontrar un letrado que no eche «más leña al fuego» entre ambas partes, que sepa tranquilizar y atemperar los conflictos personales para alcanzar una solución conjunta.
4.- Si hay hijos, la relación va a continuar.
Son siempre lo más importante, los hijos no tienen la culpa de una separación, por tanto hay que protegerles. Ante una situación de intransigencia, hay que recordar a las partes en conflicto que, si hay hijos en común, tendrán que continuar relacionándose durante prácticamente toda la vida haciendo frente a muchas responsabilidades. Aunque estén divorciados, su papel de padres no cambia.